‘Divide et impera’. Artículo de opinión de Carlos Augusto Carrasco.

Permitirme que empiece señalando lo que significa el título de este artículo, desde un prisma político y sociológico, se utiliza para definir una estrategia orientada a mantener bajo control un territorio y/o una población, dividiendo y fragmentando. La característica típica de esta técnica consiste pues en crear o alimentar disputas y controversias entre las facciones originales. Al proceder de esta manera, se contribuye al debilitamiento y posterior deterioro de las relaciones entre las facciones o tribus dominadas, haciendo imposible o dificultando las alianzas o coaliciones entre ellas, lo que si se llegara a concretar podría cuestionar el orden establecido, Aunque ya fue puesto en práctica por el imperio romano, no es menos cierto, que en los momentos actuales al leerlo no puede hacer más que saltar todas las alarmas en nuestro cerebro.

Casualmente y en relación con ello, he tenido ocasión de confrontar recientemente la visión de Anne Applebaum que en 2004 ganó el Premio Pulitzer y que actualmente pasa por ser una de las analistas políticas globales de referencia en los últimos años y por otro lado la lectura de Aquitania, de Eva García Sáenz de Urturi, premio planeta 2020, novela histórica donde precisamente se puede vislumbrar esta técnica ancestral de forma muy sucinta.

De esta manera, recurriendo a la primera, Anne Applebaum destaca como en algunos países de Europa del Este enseñan la historia desde la existencia de cierto victimismo que va en detrimento de un patriotismo en sentido positivo. Como se empeñan en enseñar cómo los maltrataron las potencias, cómo les traicionaron y les ocuparon durante la segunda guerra mundial. Prima un elemento de agravio que está muy en sintonía con el partido gobernante ahora. No se centran el tiempo suficiente enseñando sus logros, los aspectos positivos del cambio o simplemente qué es o debe ser una democracia. Esa búsqueda del agravio es un patrón común en las tendencias populistas.

Podemos ver como Trump ha hecho lo mismo en Estados Unidos, lanzando mensajes que van muy en consonancia con aquellos que se sienten agraviados, se utiliza dentro del populismo tanto en la derecha como en la izquierda, porque esto no va de ideologías políticas, si no de una estrategia, y en muchos países, incluido el nuestro.

Antes del coronavirus atravesábamos ya una situación complicada tanto en España como en Europa. Parece que nos estaban intentando transmitir que hay un déficit y cierta crisis que, a muchas democracias, incluida la nuestra les afecta interna y externamente, o eso nos quieren hacer creer. Contrapuesto a esto hay países que se muestran muy activas promoviendo la causa del autoritarismo en todo el mundo. Los sistemas democráticos, por primera vez en años, estaban ya siendo puestos en cuestión y afrontando una competencia con tintes autoritarios. Vivimos ya la mayor transformación en la era de la información desde los tiempos de la imprenta como señala Anne Applebaum, a la vez espoleado por una pandemia que esta sirviendo de caldo de cultivo para una mayor confrontación.

Por ello y pese a todo, sabemos que hay países muy centrados y volcados en minar la oposición dentro y los sistemas democráticos fuera, especialmente en Europa. Como nos ha cogido desprevenidos y no lo esperábamos, han tenido mucho éxito en esta estrategia, promoviendo partidos de extrema derecha e izquierda para desestabilizar sistemas por encima de todo, o ha caso hay alguien que piensa que el tema catalán en España o el brexit a nivel europeo han sido una mera casualidad.  Por tanto, sabemos que hay países que son verdaderos expertos actuando en la sombra como poder debilitador como nuevas armas, sin necesidad de nombrarlos.

Por ello es importante que la política deba y sepa armar narrativas positivas y programas que la gente pueda apoyar para defenderse de esos ataques de negatividad que conlleva la desinformación, porque en nuestro país no creo que exista nada especial que nos haga diferentes a otros países donde la división funciona por desgracia. Ante esto no queda mas que lo que siempre a lo largo de la historia ha funcionado, que no es otra que remar todos en la misma dirección.  Sólo habría que hacer una pequeña reflexión para llegar a la verdadera conclusión, a quien beneficia a nivel global una dividida y debilitada Europa, creo que todos sabemos la respuesta.

Para vencer esta estrategia hay que dejar de hablar sobre guerras culturales que no conducen a ningún sitio, de temas que dividen a la gente y les enfurecen, centrarse en asuntos reales que tenemos que arreglar y afectan a la vida de las personas. Las encuestas demuestran que cuando conciencias a la opinión pública sobre ciertos asuntos urgentes, se muestra de acuerdo en que hay que resolverlos e involucrar a la ciudadanía a la hora de hacerlo, por ello, hagamos un esfuerzo por eliminar todo el circo mediático y político a un lado, para salir fortalecidos como sociedad y como país, nuestros hijos nos lo agradecerán.

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